La tragedia del Villa De Pitanxo y el aseguramiento frente al riesgo de navegación marítima
Por Natalia Castro Porteiro, abogada y alumna número uno de la quinta promoción del curso de posgrado “Especialista en gerencia de riesgos y seguros” de la Cátedra Fundación Inade-UDC
La semana pasada todos nos levantamos con una aterradora noticia: el naufragio del buque de arrastre Villa de Pitanxo en aguas del Gran Banco de Terranova (Canadá). Ante tal tragedia marítima, son muchas las preguntas que pueden plantearse en lo que a gestión de riesgos y seguros concierne.
El riesgo de naufragio es, sin lugar a duda, el riesgo de navegación marítima más importante al que todo buque está expuesto. Sus consecuencias, que todos conocemos, son tan gravosas que sería impensable no transferir al mercado asegurador y a los clubs de P&I este riesgo.
Un buque arrastrero de altura, como era el Villa de Pitanxo, debe disponer de las siguientes pólizas: un seguro de cascos y maquinaria, un seguro de P&I y un seguro de pesca a bordo. Si ello fuese así, con la contratación de las coberturas necesarias, el impacto del riesgo de naufragio habría sido debidamente mitigado.
Por consiguiente, los daños materiales causados de forma accidental e imprevista al buque y a la maquinaria estarían cubiertos por el seguro de cascos y maquinaria; la responsabilidad civil por el seguro de P&I (protection and indemnity, por sus siglas en inglés); y los daños a la mercancía a bordo por el seguro de pesca a bordo.
Ahora bien, las cuestiones que más interés están suscitado son aquellas relacionadas con la responsabilidad civil del armador y la derivada del ejercicio de navegación del propio buque. ¿Tienen derecho los familiares de los tripulantes fallecidos a una indemnización? ¿Quién va a sumir los gastos de repatriación y los gastos correspondientes a la búsqueda y rescate de los tripulantes desaparecidos? Todas ellas son cuestiones a las que los clubs de P&I ya hace tiempo han dado respuesta.
En efecto, el seguro de P&I cubre las responsabilidades del armador que surjan con respecto a los miembros de la tripulación del buque, incluyendo las indemnizaciones por fallecimiento y diversos gastos como los funerarios y de repatriación.
El seguro P&I también cubre, bajo determinadas condiciones, las responsabilidades y gastos relacionados con el naufragio, en particular, los relacionados con la localización, el izado, la remoción, la eliminación, la destrucción o la señalización de la remoción del buque asegurado.
Lo cierto es que por ahora se desconoce con certeza cuáles han sido las causas que provocaron el trágico naufragio del buque de altura Villa de Pitanxo, ni cuáles son las coberturas que la empresa armadora tenía contratadas en los seguros a los que he hecho mención anteriormente. A falta de una investigación formal, todo apunta a que las causas del siniestro fueron los golpes de mar que recibió el buque pesquero después de que sufriera una parada en el motor principal en medio de una maniobra de virada del aparejo. O al menos, eso es lo que comunicó la empresa armadora del buque Villa de Pitanxo.
Lo que sí está claro es que es que las compañías aseguradoras y los clubs de P&I, al menos del seguro de casos y maquinaria y de P&I, tendrán que hacer frente a unos costes millonarios por el naufragio del buque Villa de Pitanxo. Si los límites de indemnización fuesen insuficientes o no todos los gastos estuviesen cubiertos por las referidas pólizas, entraría en juego la empresa armadora del buque naufragado, que se vería impactada por un riesgo que no fue correctamente mitigado. También debemos tener en cuenta que en los operativos de búsqueda de los tripulantes del buque naufragado participaron otros busques pesqueros, que podrán activar su póliza de P&I para determinados gastos, como, por ejemplo, los derivados del desvío o retraso de su buque en los que hubiesen incurrido para intentar localizar a los tripulantes desaparecidos en el mar.
En definitiva, ante tragedias de tal envergadura se evidencia la importancia de realizar un adecuado tratamiento de los riesgos a los que una sociedad está expuesta. Y en el caso de empresas armadoras, cobra especial importancia la transferencia a terceros del riesgo de naufragio.
A pesar de lo dicho, por otros siniestros similares, sabemos que al final la solidaridad de los gobiernos suele ser una pieza clave que solventa problemas de falta de seguros o, aun cuando los haya, de gastos no cubiertos o sumas aseguradas insuficientes en las pólizas. Por tanto, dependiendo de cuál sea la verdadera situación aseguradora del Villa de Pitanxo, no sería extraño que el gobierno español y/o autonómico de Galicia decidiesen asumir, al menos parcialmente, los costes relativos a la localización de los tripulantes desaparecidos y la repatriación de los supervivientes y fallecidos en el naufragio el pasado 15 de febrero de 2022. Según las ultimas noticias, el gobierno autonómico ya trasladó su disposición para financiar el desplazamiento de una aeronave y agilizar la repatriación, en caso de que el gobierno central no lo hiciese. Sea como fuere, a mi modo de ver, esta debería ser una solución excepcional y no la regla general. Si la realidad se aproxima más a lo segundo que a lo primero, es que algo se está haciendo mal en las empresas al tomar decisiones sobre su política de transferencia del riesgo.